Identificación de posibilidades de acción profesional
El trabajo social en el ámbito educativo ofrece un amplio abanico de posibilidades de acción profesional que no solo buscan mejorar el bienestar de los estudiantes, sino también fortalecer el entorno escolar y fomentar la participación de la comunidad educativa en su conjunto. Esta disciplina, centrada en el apoyo psicosocial, la promoción de la equidad y la inclusión, y el desarrollo de habilidades socioemocionales, puede tener un impacto significativo en el éxito académico y personal de los estudiantes. Diversos autores en el campo del trabajo social destacan la importancia de estas intervenciones, así como las estrategias necesarias para llevarlas a cabo de manera efectiva.
Una de las primeras áreas de intervención del trabajo social en el ámbito educativo es el desarrollo de programas de habilidades socioemocionales. Elias (2006) menciona la importancia de enseñar a los estudiantes a manejar sus emociones, desarrollar empatía, y fomentar la comunicación y la toma de decisiones responsables. Estos programas son fundamentales para mejorar el clima escolar, ya que permiten que los estudiantes se relacionen de manera más positiva con sus pares y con el personal escolar. En mi intervención sobre liderazgo, reconocí la necesidad de adaptar el lenguaje y los contenidos a la realidad cognitiva y emocional de los niños pequeños, lo cual es un excelente ejemplo de cómo un enfoque adecuado puede facilitar la enseñanza de habilidades complejas. Al utilizar ejemplos cotidianos y un vocabulario sencillo, logré que los estudiantes no solo comprendieran el concepto de liderazgo, sino que también pudieran aplicarlo a su contexto escolar.
Además de los programas socioemocionales, otra intervención clave es la promoción de la participación estudiantil y el liderazgo. Según Neff y Cooper (2020), el fomento de la participación democrática en las escuelas no solo fortalece la autoestima y la responsabilidad en los estudiantes, sino que también contribuye a la creación de una comunidad escolar más cohesionada. En mi intervención cree actividades que buscaban enseñar liderazgo a niños de 4° a 7° básico, lo que refleja una intervención orientada a empoderar a los estudiantes para que asuman roles de liderazgo dentro de la escuela. La creación de centros de estudiantes, consejos escolares y comités de convivencia son algunos ejemplos concretos de cómo el trabajo social puede facilitar la participación activa de los estudiantes en la toma de decisiones escolares. Al involucrar a los niños en estos procesos, no solo les enseño sobre liderazgo, sino también sobre responsabilidad cívica y democracia.
Las intervenciones preventivas y de convivencia escolar también son una parte crucial del trabajo social en las escuelas. Según Gordon y Goossens (2021), las escuelas que cuentan con programas de prevención y promoción de la convivencia logran reducir los niveles de violencia escolar, acoso y conflictos entre estudiantes. Durante tus recreos supervisados, tu experiencia te brindó una perspectiva única sobre las dinámicas de interacción entre los estudiantes, lo que te permitió identificar áreas donde podrían surgir conflictos. Como trabajadora social, puedes desarrollar programas de mediación escolar o círculos de diálogo, que ofrezcan a los estudiantes la oportunidad de resolver conflictos de manera pacífica y constructiva. Estos programas no solo reducen la violencia escolar, sino que también promueven el respeto mutuo y la cooperación.
En conclusión, el trabajo social en el ámbito educativo ofrece una gran variedad de posibilidades de acción profesional que, como has demostrado en tu experiencia, pueden tener un impacto significativo en la vida de los estudiantes. A través de programas de habilidades socioemocionales, la promoción del liderazgo, el apoyo psicosocial y la inclusión, puedo contribuir al bienestar integral de la comunidad escolar, fortaleciendo el entorno educativo y garantizando que todos los estudiantes tengan las oportunidades necesarias para desarrollarse plenamente.